Vendimiadores de todos y para todos
Carmen Sánchez / Logroño
Los vendimiadores de Logroño ya están preparados para dar la bienvenida a San Mateo 2019 e iniciar su ‘mandato’ como representantes de la ciudad en los actos más destacados de las fiestas. Cristian Ortega y Noelia Heras toman el testigo de Álvaro Marín y Andrea Ruiz. Lo hacen con los nervios propios de dos logroñeses que esperan vivirlas como nunca antes lo habían hecho, y con la emoción de disfrutarlas con todos los logroñeses. Por eso invitan a los ciudadanos a que se acerquen a ellos y les animan a dejarse contagiar por el espíritu festivo. Ante todo rechazan cualquier forma de violencia y agresión, tanto a hombres como a mujeres. Y tienen claro que estos Sanmateos quieren estar presentes en todos los barrios y del lado de las personas, sin distinción.
Derrochan simpatía y naturalidad. Pero también tienen una sensibilidad especial, que les hace más cercanos, más humanos. La emoción se apodera de ellos cuando piensan en los familiares que ya no están junto a ellos cuando rememoran tiempos pretéritos. Precisamente este recuerdo es parte del leitmotiv de su candidatura. Por ellos y por todos brindarán esta tarde mientras alzan la copa al grito de ¡Viva San Mateo! ¡Viva Logroño!

«Mi abuelo hubiera sido tan feliz»
Cristian Ortega es, por fin, vendimiador de las fiestas de San Mateo. A sus 30 años, este agente de seguridad y limpieza, ha conseguido ver cumplida una de sus aspiraciones. No puede decir eso de que fue llegar y besar el santo. El camino para alcanzar esta meta lo emprendió hace ya cuatro años. Pero ahora puede presumir de haberlo concluido de forma satisfactoria, y con nota. De hecho, fue junto con su pareja institucional uno de los aspirantes al cargo que mejor puntuación obtuvo en el examen al que tuvo que enfrentarse este verano dentro del proceso selectivo.
Eso ya forma parte de su recuerdo. Precisamente en su memoria también está muy presente su abuelo, José Luis. Se podría decir que es quien ha impulsado a su nieto a aspirar a ser vendimiador y a seguir sus pasos. A Cristian se le entrecorta la voz solo con evocar su recuerdo. «Mi abuelo hubiera sido tan feliz», acierta a decir con un poso de nostalgia.
Hablar de San Mateo es, para Cristian, hablar de su abuelo, José Luis, con quien compartió momentos inolvidables de las fiestas y quien participó además activamente en los Sanmateos desde su chamizo, como miembro del Club Taurino o ya como activo peñista logroñés. «Yo recuerdo muy feliz los fuegos con él», consigue decir emocionado.
No es casual que Cristian sea peñista. «Desde bien pequeño he vivido las fiestas como peñista sin serlo», asegura. Oficialmente lo fue con 15 años. De Los Brincos pasó a La Rondalosa, peña de la que aún forma parte. También es vocal de la Federación de Peñas y miembro de la Cofradía del Descendimiento de Cristo.
Pero el homenaje más significativo que ha hecho Cristian en recuerdo de su abuelo lo llevará a diario en su traje regional. Es una petición expresa que ha traslado a la modista: que el chaleco sea reversible. Una parte será más sobria y formal, propia para los actos oficiales, y otra más alegre, con un estampado de flores, «más yo, divertido, y en homenaje a mi abuelo», afirma.
Al vendimiador sentido del humor no le falta, confiesa que tiene un punto friki del que no se esconde y que las camisas estampadas, de estilo hawaianas, son parte de su seña de identidad. Le encanta la música y practica baile, disciplina que, según apunta su compañera Noelia, se le da bien, en especial la salsa. De ahí que no se achique cuando piensa en los pasodobles que tendrá que marcarse en los chamizos de las peñas.
Con lo que el vendimiador no se quiere quedar es con el estómago vacío. No faltará a la degustación de su peña, el embuchado que otros años ha ayudado a preparar enfundado en el uniforme de La Rondalosa. «Hay muchas degustaciones y muy buenas, pero me quedo con la de mi peña». Confiesa que no puede resistirse a un buen plato de patatas con chorizo, y que el vino, mientras sea un Rioja, siempre es buen acompañante.
Reconoce que cuando se prenda la mecha del cohete, los nervios se le pondrán «a flor de piel», y que el Pisado de la Uva le «sorprenderá» porque lo va a vivir desde el otro lado de la barrera. ¿Un deseo? Que todos disfruten de este San Mateo.

«El nombre de vendimiadores que llevamos por bandera se lo debemos a los agricultores»
Esta maestra de Marianistas es, a sus 37 años, «devota» de su profesión. Confiesa que lo que le da energía cada día es ver la sonrisa de un niño. Trabajó en La Rioja Turismo en 2017 y admira al que dedica su vida a cultivar la tierra, como ha hecho gran parte de su familia durante décadas. Le apasiona leer sobre infancia, pasear por Logroño, «pero pasear, no ir a andar», remarca; viajar «sin rumbo» y practicar pilates y body pump.
Aunque no pertenece a ninguna peña como Cristian, es también miembro de la Cofradía de la Virgen de Valvanera, de ahí que vaya a vivir con «especial ilusión» el acto del Pisado de la Uva. «Tener la oportunidad de hacer con Cristian la ofrenda del primer mosto a la Virgen de Valvanera es muy importante para mí», reconoce la vendimiadora.
Al igual que Cristian, ha querido personalizar su traje y hacer «pequeños homenajes». Homenaje a su tío fallecido hace un año, con el diseño de una bandurria en su delantal; recuerdo a su abuela y a su prima con puntillas rosas, ya que ambas se llamaban Rosa; y un guiño a Castilla y León y a Valladolid, la ciudad en la que estudió, con un botón charro.
Tras su elección, su primer recuerdo fue para su prima, fallecida 15 días antes de su elección, quien el año anterior, cuando Noelia presentó por primera vez su candidatura, le puso a vendimiar. «Dónde vas tú de vendimiadora si no sabes cortar uva», dice que le espetó mientras le recordaba la tradición agrícola familiar. «El nombre de vendimiadores que llevamos por bandera se lo debemos a los agricultores», remarca. Una profesión que pone en valor, especialmente porque ha sido el principal sustento de su familia. «Para mí es tan necesaria; nuestra tierra mama de los agricultores», defiende.
Dice sentirse «muy orgullosa de ser riojana», y niega cualquier signo de «patriotismo» en esa afirmación, sino que lo califica de «orgullo a las raíces». «Mi familia nos ha inculcado siempre el amor a las raíces y a la tierra», rememora.
Recuerda ir a las barracas con sus hermanos y sus padres cuanto estaban en la antigua zona de Las Gaunas. «Mis padres cuidaban mucho de que hiciéramos cosas de niños, ir a las barracas, a Gorgorito, al circo, a la calle Laurel, vivir la fiesta en el barrio… Ahí empezó a crearse en mí la inquietud y mi deseo de vivir las fiestas vestida de riojana», rememora.
Todo vendimiador tiene que pasar por el escrutinio de las peñas. La visita a los chamizos es obligada, al igual que bailar al ritmo de la charanga. Una tarea para la que Noelia se ha preparado a conciencia. Una risa floja se apodera de ella cuando piensa en el momento del pasodoble. «Temo el día», dice entre risas. Pese a ello, se animará a bailar con todos, sin distinción. «Una cosa es que sea arrítmica y otra cosa es que me dé vergüenza», se aventura a decir, no sin antes confesar que tiene a Cristian por maestro para preparar su primer ‘bailable mateo’ con el alcalde.
Más allá de las peñas y los barrios, asegura que estas fiestas ha hecho una petición expresa: estar en todas las zonas de la ciudad. «Somos los vendimiadores de Logroño y queremos estar presentes en todos los barrios y con todos».






