Una manzana que es un barrio
No nos hemos vuelto locos, aunque puede parecerlo tras 40 días de encierro. Una manzana nunca puede ser un barrio aunque como el confinamiento se nos está haciendo un poquito largo a todos y como puede que no nos quitemos el sayo hasta el 40 de mayo, toca racionar, y mucho, las calles de Logroño.
El recorrido se centra, casi exclusivamente, en la calle Manuel Esteban Villegas, poeta del XVII. En algún momento la vía perdió el ‘de’ aunque ha cambiado tanto en los últimos años que poco importa.
Si hay que adscribirla a un barrio, ese sería el de Madre de Dios, aunque casi, casi linda con el San José, también de extracción obrera. Se enmarca en el Distrito Este de Logroño, de eso no cabe duda, aunque es centro, centro, pues el Ayuntamiento nuevo queda a menos de doscientos metros.
Villegas siempre ha estado ahí pero con la globalización ha cambiado por completo. Muchos vecinos añoran su vieja calle y otros muchos se adaptan a los tiempos. No queda otra.
El barrio, fabril, donde los haya ofrecía una amalgama de bares añejos (Los Amigos, Petanca, etc.), carpinterías y metalisterías (como la de Alsa, en retirada ya) así como talleres mecánicos, de los que aún quedan varios.
Junto a estos negocios tradicionales han proliferado carnicerías halal, negocios de kebabs y tiendas de comida árabe. Merhaba, Muzamal, Awami, Wahab son algunos de los nuevos nombres que han llegado al barrio.
Manuel Esteban Villegas cuenta con una de las principales mezquitas de la capital: el Centro Islámico Al Firdaus (El Paraíso). Quizás no sea la más grande pero que es de la más bonitas. Desde el jueves 12 están de cuarentena.
Curiosamente, ayer dio comienzo Ramadán, el mes del ayuno, pero mezquitas, sinagogas e iglesias de todo el mundo están clausuradas hasta nueva fecha. El ayuno acaba el 23 de mayo, con la llegada del Eid al-Fitr. Para entonces quizás haya acabado el confinamiento y los vecinos del barrio, de fe musulmana, puedan estrenar nuevos vestidos, hartarse de dulces y comer cordero. Puede incluso que para dentro de un mes esta preciada carne suba su cotización en los mataderos.
Justo antes de Al Firdaus se encuentra la sede del Villegas, el club por excelencia del barrio. Paradójicamente, en la actualidad juega en La Ribera, ubicado en San José, pero, desde 1974, siempre ha sido el equipo de todos.
Frente a la mezquita un matrimonio juega a las cartas. «Al rabino», me informan. Se trata de Jesús Barba Tomás y de Esther Pérez del Palomar, del barrio de toda la vida. Están en su antiguo taller, con la puerta abierta y receptivos a intrusos. «Los policías de la comisaria (la de Villegas, que no, que no se cierra) nos conocen», informan. Si les mandan a casa, no les preocupa, «porque vivimos enfrente».
Naturales de Quel y de San Asensio llevan desde siempre en Villegas y casi toda la vida bien maridados. El próximo año festejarán, «si llegamos», las bodas de oro. El confinamiento no ha resentido su relación: «Llevamos toda la vida juntos. Trabajamos juntos, estamos juntos,… Reñimos mucho, como los primeros, pero lo llevamos bien», comentan. Está claro que nacieron para vivir bien atados y así seguirán hasta la próxima pandemia.
Un poco más abajo se encuentra la Plaza Martínez Flamarique, en honor al empresario taurino Chopera. Ahí se ubicaba La Manzanera, el coso taurino neomudéjar que fue derribado en 2000. Fue plaza de toros pero también campo de concentración en 1936, en las primeras semanas de la Guerra Civil. En su lugar se ubica el Residencial Albero cuyos bajos dan cabida a la gran mayoría de asociaciones riojanas que velan por los colectivos más vulnerables y, por tanto, los más expuestos a la emergencia sanitaria. Es el caso de Down Arsido, ARPA Autismo La Rioja, Asprodema Plena Inclusión, YMCA y La Rioja Sin Barreras.
No me olvido de Escolapios, cuna del balonmano riojano y uno de los centros educativos principales de la ciudad (este año festejan el cincuentenario del Cristo de Escolapios), ni de la Biblioteca Municipal Rafael Azcona, la otra gran biblioteca con la que cuenta Logroño. Eso antes era el Colegio Gonzalo de Berceo, uno de los más bonitos de la capital.
Aunque las letras riojanas celebran su día grande por San Millán, el 12 de noviembre, la efeméride por antonamasia de las bibliotecas es el 23 de abril. La Rafael Azcona es de las que salen a la búsqueda de sus lectores. Su catálogo de propuestas no se agota. Así, desde el pasado lunes y hasta mañana, día de San Marcos (‘Marcos, Marquete, vendimiador sin corquete’) llevan la lectura a todos los rincones del barrio con su iniciativa ‘Libros de ida y vuelta’. Un servicio público a la altura de los tiempos que corren.
Antes de enfilar de regreso por Doce Ligero, reparo en la Peña Logroño presente en el barrio (bien cerca tiene la competencia de La Uva y La Unión). Nos hemos quedado sin San Bernabé. No podremos festejar el 499 aniversario del ‘gran asedio’. ¿Llegaremos a tiempo para celebrar San Mateo?






