Una de mal@s
Feli Agustín / Logroño
Gema, la nueva del colegio, se ha convertido en el centro de las burlas de Max, a la que hace la vida imposible más allá de las aulas, más allá del patio, más allá de las calles, y a través de las redes sociales, hasta el infinito y más allá.
Este es el argumento en el que se basa Belcebú, una obra de teatro social, que pone en marcha la compañía de Blanca Marsillach, dirigida a prevenir el acoso escolar.
La actriz informó ayer al alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, y a la concejal de Cultura, Carmen Urquía, de los pormenores de esta experiencia, que combina la representación escénica con un taller posterior, para analizar las posibilidades de que se lleve a cabo en centros escolares de la capital.
«Ni los profesores saben que hacer, ni los alumnos saben muy bien cómo manejar sus emociones, por qué te conviertes en un acosador o en una víctima y de qué herramientas dispones para afrontar el acoso escolar», constató la actriz, quien señaló que la obra, con carácter general, se dirige a chavales de 15 a 18 años.
Marsillach justifica que el teatro es una manera adecuada de abordar el problema por qué posibilita a los jóvenes, junto a los actores, meterse en la piel de los personajes. «Los alumnos reciben herramientas tras ver la obra y participar en el taller», señala la promotora, que argumenta que los chavales reflexionan que es un asunto que hay que afrontar entre padres, profesores y alumnos.
Blanca Marsillach resaltó el «problema» que suponen las redes sociales, que han posibilitado extender una situación que antaño acaecía en el colegio a todos los ámbitos, aunque está convencida de que «con el apoyo de todo el mundo», psicólogos o trabajadores sociales, y hablando de el tema «porque si no lo haces te lo comes», es posible solucionar las situaciones de acoso escolar.
Blanca, hija del actor, director y escritor Adolfo Marsillach, es licenciada en Drama y ha hecho teatro clásico, cine y televisión.
Devolver el amor recibido
Desde 2003, Blanca Marsillach es productora de la compañía Varela Producciones, con la que empezó a trabajar abordando la violencia de género después de que «un grupo de mujeres me ayudara a salir de unas circunstancias y quise devolver todo ese amor incondicional». Desde entonces, su teatro social se ha dirigido a sectores menos favorecidos, como personas con discapacidad o mayores.






