Una de documentales deportivos
Desde el 14 de marzo ni rueda el balón ni hay deporte, digno de tal nombre, en todo el mundo. Es cierto que el boxeo y el ajedrez aún continuaron produciendo espectáculo pero llevamos tres semanas de ayuno total. En ausencia de las historias deportivas que se narran cada fin de semana, los documentales son la mejor forma de acercarnos a la apasionante historia del deporte. Estos son algunos de los mejores documentales que se han rodado. Hay muchos más. La lista no es exclusiva. Cada uno tiene la suya.
Si existe un cierto consenso en que el baloncesto aún no ha dado su mejor película, creo que no es exagerado señalar Hermanos y Enemigos (Michael Tolajian, 2010) como el mejor documental de deportes. Narra la historia de amistad y la separación de Vlade Divac y Drazen Petrovic, el Mozart del básquet. Ganaron juntos el Mundobasket de Argentina’90, llegaron juntos a la NBA (el pívot serbio a los Lakers, el dios de Sibonik, primero a los Blazers y luego a los Nets) pero la guerra civil les separó.
Es un documental imprescindible, el mejor de un deporte que sí ha dado buena cosecha: Hoop Dreams, por ejemplo, o el reciente producido por Kevin Durant, Q Ball.
A la misma altura de la historia de Divac y Petrovic está Senna (Asif Kapadia, 2011), el documental definitivo para comprender a Ayrton Senna. Kapadia nos muestra un mito de carne y hueso, dubitativo, mortal. Dejó la vida en Imola, un día después de que el circuito de San Marino se hubiera cobrado la vida del austríaco Roland Ratzenberger. Fue un fin de semana trágico para el automovilismo. El documental recoge esto y mucho más.
En tercer lugar hago hueco para Un domingo en el Infierno (Jorgen Leth, 1977), la obra que mejor se ha acercado a la clásica de las clásicas: la París-Roubaix. Lo ideal sería verla el 12 de abril, fecha en la que debería tener lugar la edición de este 2020. El belga Marc Demeyer fue el héroe, inesperado, en 1976 en el Infierno del Norte.
El ciclismo ha dado muchos documentales. Pantani: the accidental death of a cyclist es otro de ellos. Del ciclismo, como farsa, hay otros dos recientes y aclamados: Stop at Nothing: the Lance Armstrong’s Story y La mentira de Armstrong.
El cuarto también narra una gran mentira: la del dopaje en el deporte. Se trata de la oscarizada Icarus (Bryan Fogel, 2017). Por una vez, y sin que sirva de precedente, ciclismo y dopaje no van de la mano. Aunque la trama sí arranca con este binomio se centra en el dopaje de Estado impulsado por la RUSADA y el Kremlin.
El quinto, aunque sin merecer en nada a los anteriores, es para When we were kings (Leon Gast, 1996). Ganó el Oscar y con merecimiento. Narra el histórico combate de boxeo entre Ali y Foreman en Kinshasa, antiguo Zaire. Fue conocido como the rumble in the jungle. Es puro rock and roll y afro-beat. Una joya. Se puede complementar con Facing Ali, Manny (gran acercamiento a Manny Pacquiao) o Tyson que, como el púgil filipino, tampoco necesita presentación.
En fútbol hay muchos. Digamos que, por delante del Maradona de Asif Kapadia (2019) y el de Kusturica, me quedo con Los dos Escobar (hermanos Zimbalist, 2010).
Aunque ya se ha dicho que Olympia (Leni Riefenstahl, 1938) es la mejor película que se ha filmado sobre unos Juegos Olímpicos, en este caso los de Berlín 1936, no está de mal recordarlo. Es propaganda pero es una obra de arte. Como hace nada que nos hemos quedado sin Tokio 2020, podemos recuperar los Juegos del 64 de la mano de Tokyo Olympiad (Kon Ichikawa, 1965). Son tres horas, paciencia. Y otro documental sobre un partido histórico que tuvo lugar en Melbourne 1956 es Furia de Libertad (Colin K. Gray, 2006) la histórica semifinal de waterpolo entre la URSS y Hungría con los tanques recién entrados en Budapest.
El montañismo no puede fallar en la selección. Espeluznante es Free Solo, también oscarizada. Enmudece la sangre fría de Alex Honnold ascendiendo El Capitán. Otros dos meritorios son Touching the Void y The Dawn Wall.
Otro documental que ha dejado huella es Murderball (Rugby and Saphiro, 2005), sobre la rivalidad entre deportistas capacitados (rugby en silla de ruedas) de Canadá y Estados Unidos. Un documental bueno de rugby, clásico, puede ser The 16th man.
Y, para terminar, ajedrez. Pocos deportistas hay tan cinematográficos y teatrales como Bobby Fischer. Bobby Fischer contra el mundo (Liz Garbus, 2011) incluye imágenes inéditas del estadounidense. Otro sobre el tablero es Judith contra todos (Roberto Moreira, 2004), sobre la mejor jugadora de ajedrez del mundo: la húngara Judith Polgar.






