El estudio sobre la Plaza de Abastos descarta el uso hostelero
FELI AGUSTÍN / LOGROÑO
Mercasa, empresa pública dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, ha elaborado, a petición del Ayuntamiento de Logroño, un estudio que supone «el punto de partida» para revitalizar el mercado de San Blas, análisis que, como principales conclusiones, propone mantener la vertiente comercial, aunque sumando a los puestos tradicionales nuevas actividades y medianas superficies; y descartando, salvo dos espacios gastronómicos que servirían de nexo de unión entre la plaza y las calles Laurel y San Juan, los usos hosteleros.
Responsables de Mercasa, la alcaldesa de la capital y la consejera de Desarrollo Económico han presentado este jueves a representantes de los grupos municipales, de la FER, la Cámara de Comercio, Federación de Asociaciones de Vecinos y de los comerciantes una propuesta que plantea también una remodelación del edificio, con las limitaciones que impone un inmueble con protección arquitectónica, cuyo coste podría ascender a dos millones de euros.
La petición municipal se concretó en mantener el comercio minorista con el número de operadores actuales, aspectos en los que «hizo mucho hincapié el Ayuntamiento», con la pretensión de «dar nueva vida al mercado», ha introducido Carlos Muriel, responsable de Mercasa.
Sobre estas exigencias, el estudio pretende «fomentar el comercio de proximidad y revalorizar los espacios tradicionales», ha apuntado Delia Pariente, técnico de Mercasa, quien añadió que es necesario «adecuar» el mix comercial actual a las nuevas necesidades del usuario. Para ello, se propone una modernización integral del inmueble, aportando nuevo equipamiento comercial y repensar los espacios, contando con las limitaciones de que el edificio no dispone de aparcamiento y que cuenta en el entorno con calles estrechas y numerosos establecimientos hosteleros y comerciales.
«Tenemos que disponer de un edificio accesible, seguro, confortable, moderno y atractivo», ha planteado Pariente que, para alcanzar dichos fines, ha considerado que es necesario cambiar la imagen de los puestos, la decoración, la iluminación y la «confortabilidad» en un inmueble con espacios comerciales infrautilizados y «una escasa y antigua» logística.
LOS FRESCOS, EN LA BAJA
Según estos ejes, la arquitecta de Mercasa Laura Sánchez piensa como mejor opción aglutinar los productos frescos en la planta baja, aunque distribuyendo los espacios. Así, en el área más próxima a la calle Hermanos Moroy se instalarían los de verduras, frutas y flores, usos que también serían los de los locales exteriores; mientras que en la más cercana a la calle del Peso se ubicarían las pescadería. Los fondos serían los destinados a las carnicerías. Se incluiría, además, un espacio para coordinar el reparto a domicilio.
Para la planta primera, «infrautilizada», Sánchez entiende que sería adecuado ampliar el espacio a través de una obra para albergar locales para otros usos comerciales, incluyendo una mediana superficie. Solución similar se ofrece para la segunda planta, actualmente vacía, donde se opta igualmente por actuaciones complementarias, que actúen como motor del conjunto de la plaza y que, según la arquitecta, se establecerían como el escaparate comercial al patio del mercado, «que sería su corazón».
COMERCIANTES
Las propuestas recogidas en el estudio elaborado por la sociedad estatal Mercasa han encontrado una respuesta favorable por parte de representantes del mercado de San Blas, que la han calificado como «buena, concreta y razonable».
Esa es al menos la impresión que le ha producido a Javier Marzo, secretario general de UPTA-UGT, que ha afirmado que coincide «en un 60 o 70 %» con los planteamientos que desde la Asociación del Mercado de San Blas le presentaron al Ayuntamiento hace «más o menos un año», y que, entre otras cuestiones, recogía la creación de una imagen corporativa para el mercado.






