También hay series deportivas
Cumplido el primer mes de confinamiento -y lo que nos queda- todavía hay margen para presentar propuestas que sacien nuestra sed de deporte. Las bicis están en los altillos (salvo las estáticas), la pelota dejó de botar y las zapatillas de correr están cogiendo polvo. Pero sigue habiendo libros, canciones y películas que nos devuelven el placer del deporte.
Acabamos la semana con una de series centradas en el deporte. Dejando al margen las series documentales, la ficción en la pequeña pantalla no se ha prodigado en exceso en esta materia. Y eso que Friday Night Lights, fue pionera en 2011. Esta serie, que cuenta con 76 episodios, se centra en la pasión de un pueblo ficticio de Estados Unidos (Dillon, Texas) y su lucha por hacerse con el campeonato estatal. Y aunque el argumento parece muy trillado, la serie aguanta el pulso en sus cinco temporadas.
El fútbol, el deporte rey, y el fútbol americano capitalizan la producción de las series. Los Estados Unidos nos bombardean con su passtime preferido (cierto es que el fútbol americano es un producto, en su conjunto, mucho más digestible que las de béisbol, baloncesto o hockey, con temporadas extenuantes) mientras que desde Europa, fundamentalmente desde Inglaterra, han apostado por el fútbol de toda la vida.
Netflix, quién si no, acaba de lanzar Juego de caballeros, The English Game. Una temporada bien definida, con seis episodios notables en los que el balón es el motor de la trama. No se pita ninguna falta y los porteros sólo hacen dos paradas y, a pesar de que el fútbol es imposible de filmar, la serie aguanta el pulso.
No sabemos si habrá segunda temporada pero la serie se centra en el nacimiento de este deporte, parido en la aristocracia (Old Etonians) y amamantado por la clase obrera. La trama se ajusta a sucesos futbolísticos históricos, con equipos como el Old Etonians, el Blackburn (antecedente del Rovers que ganó la Premier con Shearer como estandarte), Notts County, el Derby (vestía de negro y blanco como los carneros que ganaron la liga) y las formaciones ficticias como Druids y Darwen. Se recrean partidos en campos reales como los sucedidos en The Oval, sede oficial de la selección inglesa de críquet, o el estadio del Preston North End, añejo donde los haya.
Salvo paradas y faltas hay de todos: gambeteo, pases, trallazos, faltas alevosas. Por haber hay hasta hooligans y corrupción. It is business, recuerdan sus protagonistas.
Igual de meritoria es la serie, con catorce episodios divididos en dos temporadas, Sunderland ‘Til I die. Serie documentalizada, cuenta el traumético descenso a Championship (Segunda inglesa) del equipo blanquirrojo. Merece la pena verla.
Acercándonos a la ficción nacional, nuestros productores y guionistas también se han acercado al fútbol. Lo hicieron con Todo por el juego, producida por Mediapro y rodada por Daniel Carpalsoro. La serie adapta el libro de Javier Tebas, el presidente de LaLiga, El fútbol no es así, y se centra en las intrigas del Deportivo Leonés. Es tópico sobre tópico. Allá ustedes si quieren verla.
Y cruzando ya el charco, Estados Unidos es la gran factoría de ficción del mundo. Al menos en cuanto a la televisión se refiere.
Una de las primeras series sobre el deporte se emitió entre 1978 y 1981. Fue The White Shadow y va de baloncesto. Por si alguien quiere aventurarse.
El que quiera recuperar la estética de los ochenta puede hacerlo a través de Cobra Kai, la versión serializada, por así decirlo, del ciclo de Karate Kid.
Y, como habrá confinamiento para volver a hablar de series, Ballers, cinco temporadas con el sello HBO, retrata muy bien lo que es el fútbol americano.






