Sin ‘barras’, sin clases, sin exámenes
Abril es el mes más cruel. Lo escribió T. S. Eliot pero lo dijo -sin decirlo- Pedro Sánchez el pasado sábado. Los sábados son, sin duda, los días más crueles desde la imposición del estado de alarma. Citando a Saadi (ni a Rumi, ni a Hafez, a Saadi pues al parecer la poesía persa es el único bien iraní no sometido a embargo internacional) nos amplió la prórroga de la prórroga y nos pidió ‘sacrificio, resistencia y moral de victoria’ para, una vez que la curva se venza, derrotar al bicho.
Éste, antes de darse por vencido, ya se ha llevado muchas cosas por delante. Los universitarios fueron de los primeros en darse cuenta de la seriedad de la cosa cuando el pasado 12 de marzo se quedaron sin ‘barras’, el día grande de los universitarios riojanos. Ni Santo Tomás de Aquino ni San Isidoro, San Péritos y punto. La comunidad estudiantil primero se quedó sin fiestas, luego sin clases presenciales (no habrá en todo el curso) y, muy probablemente, sin exámenes. Si no fuera por lo de las ‘barras’, el bicho ha dado forma al sueño de todo estudiante.
La zona de la universidad (límites del final de Avenida de la Paz, Luis de Ulloa y Madre de Dios) parece estos días agosto y eso que los números que mueve la UR son casi los de una ciudad respetable: 5.000 estudiantes (matrícula arriba, matrícula abajo en modalidades de grado, máster , doctorado y enseñanzas varias), un cuerpo docente de 468 profesores y más de 260 auxiliares y personal administrativo contribuyendo al engranaje universitario. Todos ellos aguardan en casa a que pase la pandemia. Sólo el personal de informática y los miembros de seguridad continúan yendo a sus puestos. El resto teletrabaja.
En 48 horas, la universidad se pondrá oficialmente en modo vacaciones de Semana Santa aunque la gran mayoría de estudiantes se marcharon a sus casas justo antes de que se declarase la emergencia. Las calles aledañas se han quedado sin inquilinos, los bares (London, Cotton, City o Anahia, más la cafetería del Quintiliano o la del Politécnico y el Frankfurt, que lleva allí, al igual que la Librería Sénder, casi tanto como la universidad) sin clientes y las copisterías Canon y Pyc (aún abierta) sin apuntes que fotocopiar. La residencia La Ribera mantiene sus puertas abiertas. Hasta el 14-M alojaba en sus habitaciones a 170 estudiantes. Ahora son veinte los residentes, alumnos extranjeros que no han podido volver a tiempo a sus países.
El 20 de abril se recuperará el ritmo académico y el 25 de mayo está previsto el inicio de los exámenes ordinarios del segundo semestre. Para esa fecha quizás haya más luz aunque aún habrá de resolverse qué hacer con los estudiantes que debían defender, de forma presencial y ante un reducido tribunal de profesores (y alumnos) su TFG (Trabajo de Fin de Grado) o su TFM (fin de máster). Los alumnos sueñan con que todas las asignaturas se conviertan en ‘marías’ para compensar el duelo por la pérdida de las ‘barras’.
Pero además de la UR, el barrio acoge en Luis de Ulloa el Sagasta, Los Ángeles y el Caballero de la Rosa. También la Sociedad Recreativa Cantabria, con, a ojo de buen cubero, unos veinte mil abonados (se está cambiando la caldera de la piscina, por lo que agua caliente no faltará en las piscinas para desgracia del bicho). Al final de Avenida de la Paz figuran el seminario y la sede (riojana) de la UNIR, en lo que antes era Muebles Fernández que, durante muchos años, marcó el punto final de Logroño. También Santa Justa. Las residencias son las verdaderas víctimas del bicho. Son el nuevo Verdún, Belchite, Teruel y Brunete todos juntos, o las Ardenas. Verdaderas carnicerías silentes. En Santa Justa están enteros. Lo dicen los balcones: ‘Estamos todos bien’. Desde el seminario les mandan ánimos: ‘Muchas gracias Santa Justa. ¡Resistiréis!’
La Tierra Baldía, escrita por T. S. Eliot en 1922, contiene 434 versos divididos en cinco secciones. La primera es el Entierro de los muertos y empieza así: ‘Abril es mes más cruel: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales’.
Tranquilos, no va a caer en los exámenes. Tampoco Saadi. En La Moncloa ya se han olvidado de él.






