La Rioja se bañó en oro
Hace 25 años, el deporte español entró en la modernidad de la mano de Barcelona 92, una cita inolvidable para nuestro deporte y para los once olímpicos riojanos que tomaron parte en ellos.
Los Juegos Olímpicos reunieron, del 25 de julio al 9 de agosto, a Carlota Castrejana (baloncesto, quinta posición; la logroñesa contaba entonces con 19 años), Santiago Aldama (el pívot queleño fue una de las víctimas del ‘Angolazo’ en básquet y a buen seguro será difícil que se olvide del nombre de Jean Jacques Conceiçao) y a los pelotaris Gorostiza, Juan Pablo y Daniel García, Ricardo Garrido y Jesús Ruiz Bastida, que se tuvo que conformar con la plata mientras que el resto saborearon el oro. En cuanto a la cita paralímpica (del 3 al 14 de septiembre), cayeron otras tres platas (Julián Galilea, en el 4×100; Santi Pesquera, en boccia; y Andrés Martínez, en peso) mientras que José Ignacio Hurtado logró un diploma olímpico en fútbol 7.
Algunos de ellos estarán este martes en Barcelona, en la recepción ofrecida por el Ayuntamiento de la ciudad condal para conmemorar una efeméride que fue el anticipo del despegue del deporte español.
En Barcelona, España concluyó en sexta posición en el medallero gracias a trece oros (incluido el de Fermín Cacho en el 1.500, la imagen icónica de nuestra aterrizaje en la elite deportiva mundial), siete platas y dos bronces. La cosecha de preseas logradas por los pelotaris riojanos no computó en el medallero final al ser la pelota un deporte de exhibición.
La competición, en esta modalidad, arrancó el 26 de julio y concluyó el 5 de agosto en el frontón de la Vall d’Hebron, con una cosecha de medallas que nunca han sido superadas.
Las cinco preseas se suman al oro logrado por Sacristán e Iruzubieta en México 68, en mano parejas, a la plata de Daniel Aranzubía en Sídney 2000, en fútbol, y al reciente bronce conquistado por Coloma en la pasada cita de Río.
Pero además del baño de oro del deporte riojano, la cita olímpica de Barcelona dio cabida a la presentación en sociedad del Dream Team; el debut de la Alemania unificada (tercera en un medallero dominado por la Confederación de Estados Independientes, herederos de la URSS); y de la exhibición del gimnasta Vitaly Scherbo, que regresó a Bielorrusia con seis oros.
Gorostiza: «Somos la última generación de pelotaris olímpicos»
José Ángel Balanza ‘Goros’ (Huércanos, 1970) no tiene los manomanistas de Eugi ni los entorchados de Titín pero tiene algo que ninguno de los dos tiene: el oro olímpico. A ambos les ganó en la carrera por disputar los Juegos de Barcelona. «No fue fácil entrar pero lo conseguí con un año y medio de adelanto, y eso que estaban Titín y Eugi».
Con 22 años, vivió una experiencia única. «Beloki, que fue sin cumplir los 18, y yo, éramos los más jóvenes en una selección en la que predominaba la veteranía». En el profesionalismo se instaló Beloki, «por supuesto», el de Huércanos y, de forma menos exitosa, Balerdi y Lujambio, compañeros en la Villa Olímpica.
Gorostiza cumplió con la tradición olímpica iniciada en 1968 por Iruzubieta, oro en mano parejas en México’68. «Creo que pocos pueblos tan pequeños como Huércanos pueden presumir de tener dos oros olímpicos», bromea. Y eso que en Barcelona le tocó ser suplente en la final: «No estábamos acostumbrados a que hubiese titulares y suplentes. Me hubiera gustado jugar la final, pero el oro vale igual».
El director técnico de Asegarce, 25 años después, reconoce que el paso del tiempo «revaloriza» lo conseguido en el frontón de la Vall d’Hebron: «Si ahora, 25 años después la gente aún lo recuerda, eso quiere decir algo».
No en vano, fue la última vez en la que la pelota se asomó al escaparate olímpico. «Va a ser casi imposible que la pelota vuelve a ser un deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos. Por eso se puede decir que somos la última generación de pelotaris olímpicos», se despide.
Jaun Pablo García: «Ningún título se puede comparar al de Barcelona»
Juan Pablo García (Logroño, 1964) se colgó el oro en paleta cuero, junto a Insausti, Tejada y Txiki, compañeros de generación con los que guarda una estrecha relación. «Hace cinco años, por el veinte aniversario, nos juntamos todos y en octubre volveremos a hacerlo por el 25 aniversario porque, ante todo, tenemos una estrecha relación de amistad», apunta un deportista que colgó la pala en 2004.
De su quincena olímpica, se queda con el recuerdo de la ceremonia inaugural, a la que acudieron tras convencer al seleccionador. No en vano, el 26 de julio empezaron la competición que le llevaría al oro, como titular, ante México. «No lloré, pero fue una emoción absoluta. Un gran orgullo. La ceremonia fue muy intensa, larga y agotadora, pero era algo único. Éramos el país anfitrión», se emociona todavía.
Juan Pablo antes de saborear el oro, tuvo que pasar dos cribas. Primero la de «ser seleccionado» y después «la de ser titular». «Éstas eran las dificultades».
Aunque asume que la «pelota goza de buena salud», se ha acabado con la tradición «en el campo aficionado». «La pelota profesional está bien. En el campo aficionado, igual no tanto pero nosotros hemos perdido toda relevancia», lamenta. «En pala estamos muy mal, la verdad, se ha convertido en una disciplina residual. Tras el escaparate de Barcelona, hubo un poco de empuje, con empresas profesionales en herramienta como Asegarce, pero se ha perdido todo», lamenta un deportista que sigue cogiendo de forma asidua su herramienta aunque es consciente que será «muy difícil ver a la pala en unos Juegos como deporte de exhibición».
Daniel García: «Perdimos la oportunidad olímpica»
Daniel García (Logroño, 1964), el mayor de la saga de palistas, se retiró en 2003 con una docena de títulos nacionales pero, entre campeonato y campeonato, el éxito que más festeja es el oro conseguido en pala corta, junto al arnedano Ricardo Garrido, Hernández y Araujo.
El oro le ha dado una trascendencia insospechada: «Cuando mi hija le recuerda a sus amigos de Erasmus que su padre fue profesional de pala, no se sorprenden. Cuando les dice que fui olímpico, un poco más, pero cuando les comenta que conseguí una medalla, se maravillan». Y eso que los Juegos Olímpicos en herramienta «no tienen la trascendencia de otras competiciones, aunque es una gran satisfacción».
Daniel y su hermano Juan Pablo son los últimos héroes de una modalidad que agoniza: «La pala ha perdido toda su trascendencia. Hay que reflexionar. Perdimos la oportunidad olímpica. Sinceramente, no sé qué salió mal», se lamenta. «Perdimos todo el impulso y, a partir de Barcelona’92, no ha tenido trascendencia».
Además de la emoción de participar en la ceremonia inaugural («la entrada del equipo español al ritmo de pasodoble fue muy emocionante», recuerda) Daniel García se queda con las experiencia de la Villa Olímpica. «Hablé con el Príncipe Felipe en dos o tres ocasiones. Tenía una gran paciencia porque todos queríamos pararle, hacernos fotos. También vi a Jordan, aunque el dream team no vivía en la Villa y me hice una foto con el difunto Drazen Petrovic y con Oscar Schmidt, que tenía ya entonces muchos años (34)».
Ruiz Bastida: «No me da rabia haber perdido la final»
Jesús Ruiz Bastida (Villamediana, 1963) anda delicado de salud pero eso no es óbice para recordar su experiencia olímpica, una cita a la que no estaba destinado.
Ruiz Bastida se alzó con la medalla de plata en la modalidad de trinquete parejas, una especialidad desconocida para el pelotari villametrense, que tras un duro proceso de selección, se vio incluido en una lista que completaron Goñi I, Larrañaga y Txoperena III.
Se pasó al trinquete a raíz del fiasco del equipo español en el Mundial de Cuba de 1990. El campeonato de España conseguido en 1991 junto con Larrañaga propició su convocatoria. «Nunca había jugado a trinquete pero me probé en Pamplona y me fui bien. Hice muchos kilómetros con Picote, de trinquete en trinquete. Seguí en esta disciplina hasta 1998», rememora.
«No me da rabia haber perdido la final con México. Obviamente, hubiese sido mejor haber ganado el oro pero llevábamos mucho tiempo sin jugar finales en la modalidad. México y Francia solían ganarnos», recuerda el pelotari muy vinculado a la Riojana de pelota.
Goñi I y Larrañaga fueron los convocados para disputar el último partido, decisión que fue asumida con naturalidad. «Txoperena y yo nos quedamos sin jugar pero nos lo tomamos bien. La convivencia fue magnífica. Aunque había mucha competitividad, no teníamos celos», aclara.
De hecho, por encima de la ceremonia inaugural, ensalza las vivencias en la Villa Olímpica y la camadería con sus compañeros: «Esa es la imagen con la me quedo. La Villa Olímpica era lo más parecido al paraíso».






