La plantilla del EDF se desplazó el martes a Madrid para votar a favor del parón indefinido del fútbol femenino y el miércoles se ejercitaron en el Mundial para preparar el duelo dominical ante el Huelva (Las Gaunas, 13 horas) que puede acercar matemáticamente la permanencia.
La huelga aún no está convocada pero, salvo acuerdo de última hora con la Asociación de Clubes de fútbol Femenino, el deporte de moda parará en noviembre.
Las jugadoras, cuyo salario mínimo corresponde a poco más del 10% de lo que cobra un jugador de Primera (155.000 euros), quieren que el profesionalismo también les llegue a ellas, hartas de jugar sin cotizar, no tener derecho a bajas por enfermedad ni derecho al desempleo.
En la plantilla del EDF, la revelación de este arranque liguero, junto al Deportivo, conviven dos veteranas que pese a llevar más de una década en la elite su vida laboral apenas tiene unas líneas.
Es el caso de Chini (Madrid, 1989) que ganó ligas con el Rayo pero que estuvo «un año sin cobrar». Debutó con 16 años en Primera pero sólo cotizó «a raíz de su fichaje por la Real».
«No pedimos nada del otro mundo sólo que se nos reconozca el 75% de la jornada laboral, las condiciones básicas», apunta una jugadora consciente de que compaginar el fútbol de elite con otra actividad económica es «muy difícil». «Lo que pedimos es económicamente factible», se despide la centrocampista madrileña que sabe que muchos jugadores de Tercera «e incluso juveniles» cobran más que ellas.
De la misma opinión es Jade Boho (Valladolid, 1986) que pese a su dilatada trayectoria en Primera desde su debut en el Torrejón (2003) «apenas he podido ahorrar» a pesar de ser campeona de Europa con la sub’19 e internacional absoluta con Guinea Ecuatorial. Ella también se quedó sin cobrar en el Rayo campeón.
«Hemos hecho concesiones. Pedíamos el 100% de la jornada y lo bajamos al 75%. No queremos hacer daño a los clubes, sólo que se nos reconozca nuestro trabajo», completa una jugadora que todavía se pregunta «por qué no nos hemos parado antes».
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