A oreja por coleta en la tercera de feria
Efe – Pepe Herráiz / Logroño
Una oreja cada uno cortaron el miércoles los diestros Enrique Ponce, José Garrido y el mexicano Luis David Adame al término del tercer festejo de la Feria de San Mateo de Logroño, una tarde a medias de todo.
Ponce no pasó de aseado con un primero de corrida tan noble como flojo y bajo de raza, el típico ‘juampedro’ chochón y insulso al que el valenciano sobó y sobó por los dos pitones, con poco ajuste y haciendo el toreo a media altura, en lo que una faena correcta teniendo en cuenta la condición de su oponente, pero también plana y sin emoción. Hubo algunas palmas de consolación tras el arrastre.
El cuarto fue, hasta ese momento, el toro de más movilidad, con más pies y clase, del envío, al que dieron bien en varas el caballo. Ponce estuvo sensacional con él. Un inicio en los medios muy rotundo y con mucho temple fue la antesala a una labor muy plástica y perfectamente conjuntada sobre la diestra.
Manejó también muy bien la escena el valenciano, que acabó de encandilar a los asistentes con un fin de obra ‘marca de la casa,‘ en la que no faltaron pases genuflexos, cambios de manos, circulares invertidos… Ambiente de frenesí. Pero se le fue la espada muy abajo, lo que desmereció una buena obra de Ponce, aunque fuera premiada con un trofeo.
José Garrido, que había entrado a última hora en el cartel en sustitución de su paisano extremeño Antonio Ferrera, rayó a muy buen nivel con su noble y enclasado primero, al que cuajó una faena de mucho temple y gusto, de mano baja y ligazón por los dos pitones.
Toreo rotundo y mandón ante un toro que respondió a tanta exigencia de Garrido, que lo bordó sobremanera en dos series al natural ya en el epílogo, para acabar por ceñidas manoletinas. La estocada, de la que salió el toro sin puntilla, fue perfecto corolario a una labor premiada con una oreja de ley.
El quinto fue el garbanzo negro del envío tanto por presencia (demasiado anovillado) como por esencia, pues ni tuvo raza ni fuerzas para poder desplazarse mínimamente. Con semejante ‘material’, la gente se puso rápido a la contra, e, incluso, invitaron a Garrido a que desistiera con aquel sinsentido.
Luis David Adame cortó una ‘orejita’ de su primero, premio condicionado sobremanera por la gran estocada que recetó, de la que, además, salió trompicado el mexicano. Por lo demás, Adame anduvo animoso con el capote y, aunque el inicio de rodillas con la muleta fue prometedor, sin embargo, pecó luego de demasiado encimista, sin dejar desarrollar al toro, al que acabó ‘ahogando’. Pero un final galerista, muy del agrado de la gente, y el fulminante espadazo posterior, voltereta incluida, fueron claves para la concesión de un amable trofeo.
El sexto fue el toro de más peso y cuajo de los seis. Adame, que lució en un quite por zapopinas y banderilleó también con soltura y facultades, sin embargo, se perdió en la muleta en un eléctrico trasteo de muchos pases y poco poso.
Está aún muy nuevo este joven mexicano, al que le sobra valor para dar y tomar, pero le falta todavía profundizar en lo fundamental.
El apunte de Pepe Herráiz: Ponce, garbo y torería
Enrique Ponce plasmó su tauromaquia. Considera que el toreo es arte entre las artes y ha inspirado a artistas de todos los ámbitos. El torero de Chiva tiene un sueño con el que pretende llevar el toreo ‘un poco más allá’. Es un sueño dentro de una corrida de toros. El miércoles Enrique Ponce, en la plaza de La Ribera, plasmó su torería. Comenzaron los aplausos cuando toreó por verónicas al primer toro de la tarde, toro que cumplió a secas en varas. Toro con fijeza, sosote de embestida y Ponce exhibió su torería trazando una buena faena. Mató de estocada.
En su segundo mostró garbo y torería. Toro bravo en el caballo, al único que le dieron dos puyazos. Dice que el toreo es arte. Es para verlo, no para contarlo. El espadazo fue bajo y solamente paseó una oreja entre grandes aplausos. José Garrido tuvo un bombón que no hizo nada feo; gustó al público y con petición de oreja la paseó. El quinto dobló manos de principio a fin. Fue pitado en el arrastre. Luis David Adame cayó bien en el público. En su primero sin picar toreó rodillas en tierra. Mató de espadazo con cogida. Pañuelos en el aire y oreja. Y cerró con un toro que gustó en banderillas.





