«Falta personal cualificado, fruto de la brecha entre mundo académico y empresa, que cada vez es más profunda»
Feli Agustín / Logroño
Hostelero y durante un tiempo comerciante, Jaime García-Calzada (Logroño, 1955), aficionado a compartir el tiempo con su familia y amigos y a jugar al golf, se dispone a disfrutar del tiempo libre que le conceda el mes de agosto en Cirueña, donde suele pasar la mayoría de los fines de semana del año. Serán sus primeras vacaciones como presidente de la Cámara de Comercio e Industria de La Rioja, cargo que ocupa desde el 18 de junio, fecha desde la que ha estado de «cursillo» bajo la tutela de un «buen maestro», el director general, Florencio Nicolás, que le ha puesto al día de todos los entresijos de la entidad cameral.
¿Cómo está siendo la experiencia? ¿Se siente ya presidente de la Cámara?
La experiencia es muy gratificante; con Florencio se trabaja de manera muy cercana, clara y positiva. Y, respecto a la presidencia, no es una cuestión de sentimiento, sino más bien de responsabilidad.
¿Es muy diferente la forma de trabajar a la de la FER?
Son instituciones totalmente diferentes; la Cámara de Comercio, además de ser una corporación de derecho público, trabaja a favor de los empresarios en el área de la internacionalización; mientras, la FER es una asociación que agrupa a casi 70 organizaciones empresariales. En un caso, las circunstancias afectan a todo el tejido empresarial en el área de comercio exterior, prioritario para muchas compañías; en el otro, son asuntos de trascendencia sectorial.
La coordinación entre equipos ha sido uno de los argumentos que siempre ha esgrimido para defender una presidencia única. ¿Cómo se va a trabajar en ello?
Lo más sencillo está siendo la coordinación de mi propia agenda.
No ha habido cambios en La Cámara, ¿implica continuidad?
La estructura de la Cámara es la que hace andar el engranaje, y trabajo en sintonía con todos los empleados. No es cuestión de cambiar una estructura que lleva funcionando varios años, sino que la entidad sea cada vez más eficaz.
¿Qué líneas diferentes, no obstante, tiene previsto introducir?
No es cuestión de introducir cambios en una institución que funciona, sino de intentar que la institución sea más eficaz. El objetivo es potenciar la coordinación de todo el mundo empresarial, que tiene los mismos objetivos, las mismas dificultades e inquietudes. ¿Por qué no trabajar todos juntos para dar mejor servicio a empresarios, emprendedores o autónomos?
Uno de los pilares de la Cámara, ya lo ha mencionado, es la internacionalización. ¿Cómo va a trabajar en esta área?
Lo más intensamente posible. Hemos firmado un convenio con el Gobierno de La Rioja, por el cual hemos ponemos a los empresarios herramientas muy interesantes para el comercio exterior, como un catálogo de firmas importadoras o exportadoras o una bolsa de empleo para captar profesionales de comercio exterior; todo ello, redunda en beneficio de las empresas, que se quejan, precisamente, de falta técnicos cualificados.
¿En qué sectores se detecta este déficit?
En todos.
¿Y cómo se palia esta carencia?
Los recursos humanos son el mayor activo de una empresa, que para crecer, desarrollarse y ser competitiva tiene que contar con profesionales adaptados a su estrategia. Su falta es un problema endémico general, consecuencia de la gran brecha que existe entre la enseñanza que transmiten los ciclos formativos y los grados universitarios con el mundo empresarial, que va a una velocidad mucho más acelerada que el mundo académico. Además, la empresa es más ágil, flexible, preparada para tomar decisiones rápidas; mientras que en los centros educativos todo se ralentiza. En vez de acortarse esa distancia, cada vez es más profunda. Hay que darle un impulso a la Formación Profesional.
¿Y qué opina de la FP Dual?
En la Rioja, está funcionando fantásticamente bien y, excepto el País Vasco que va a años luz, los segundos somos nosotros por delante de Navarra. En estos momentos, hay 150 personas cursando la Formación Profesional Dual.
¿Es el número adecuado?
Debe aumentar, pero en función de las necesidades empresariales. Esto es, por poner un ejemplo, el caso del ciclo formativo de mecatrónica, que funciona muy bien y quienes lo cursan salen con trabajo casi en el 100% de los casos. Cuando esa necesidad esté cubierta, el ciclo deberá decaer para implementarse otros. Los ciclos deben estar en relación con la necesidad de empleabilidad para que, además, sean atractivos a los jóvenes.
Este acuerdo recién firmado con el Gobierno, ¿es síntoma de que se están tendiendo puentes ente ambas instituciones tras un periodo de fricción?
Este convenio llevaba meses negociándose. Cuando yo tomé posesión de la presidencia, estaba a punto de firmarse. Por lo tanto, este acuerdo se estaba negociando con el anterior pleno y la Consejería de Acción Exterior. No es obra mía.
Pero, ¿las relaciones van bien?
Esto es como una pareja, que a veces discute, porque hay temas en los que se está de acuerdo y otros en los que se discrepa. Los acuerdos y los desacuerdos hay que hablarlos y hay que tratarlos con la mayor naturalidad.
Usted se estrenó, al menos públicamente, con una Encuesta de Coyuntura cuyos datos no eran malos, aunque usted se mostró prudente en su análisis.
El segundo trimestre del año siempre es mejor que el primero que, este año, además, ha sido muy malo. En este periodo, entre abril y junio, ha habido cifras positivas, en general, excepto el dato negativo del comercio, que atraviesa un calvario desde hace varios años y que tiene cada vez más difícil su supervivencia. Aun así, quiero resaltar las cualidades de los comerciantes, reflejadas en que mantienen el empleo, lo que se ha convertido en una tarea de gladiadores.
¿Y qué se puede hacer para ayudar al comercio ciudad?
Todos conocemos a alguien o tenemos un familiar que trabaja en comercio, con quienes debemos ser solidarios; si todos compramos en plataformas digitales o en grandes superficies se morirá el comercio, que hace ciudad. Hay que darse cuenta de que si no hubiera comercio, la ciudad quedaría a las noches a ciegas; desarrolla una labor social importante que hay que valorar, además del empleo que genera y de los impuestos que paga. El objetivo es llegar a un equilibrio entre el gran y el pequeño comercio. Ahora mismo, grandes cadenas de supermercados están abriendo en el centro, síntoma de que apuestan por el cambio de tendencias.
La otra ‘pata’ de la Cámara es la industria. ¿Cómo va?
Yo creo que la industria riojana tiene buena salud; de hecho, sus datos en el PIB regional son superiores a los que aspira a llegar el Gobierno español en el año 2020 -el 20%-; aquí ya andamos sobre el 26%. Su problema: el mismo que el del resto de la empresa riojana, su tamaño, que muchas veces es pequeño, lo que le que impide acceder a mercados importantes. Para eso hay que crecer. ¿Cómo? Pues formando uniones para, por ejemplo, exportar. Aunque sé que es complicado, creo que llegará por muy difícil que es cambiar el chip de competidor al de socio.
Y desde una región tan pequeña, con empresas tan pequeñas, ¿qué se puede hacer para crecer en un mundo tan globalizado y que va tan deprisa?
Hay que partir de la base de que los empresarios son los que crean empleo y, para ello, necesitan dos pilares, seguridad jurídica y confianza. Si falta una es complicado; si faltan las dos, como en este momento, todavía es más difícil.
¿Por qué dice que faltan las dos?
La amenaza del aumento de la presión fiscal tiene unas consecuencias terribles para el desarrollo empresarial, porque la que ya soportamos es tan alta que se resiente el consumo. Y esto es consecuencia de la falta de confianza en lo que va a ocurrir mañana porque, además, tenemos un Gobierno que lanza avisos de que la va a aumentar. Si se pone un impuesto a la banca, esta lo va a repercutir; pensar lo contrario es de una ingenuidad absoluta. El impuesto a las tecnológicas, aparentemente atractivo para que paguen Google o Facebook, que tributan en lugares con baja carga fiscal, seguro que influye en otras empresas del sector. El tejido de empresas tecnológicas riojanas funciona fenomenal, con gran proyección de futuro, pero son pequeñas en la mayoría de los casos. Si a estas les ponen más impuestos, volvemos a lo de siempre. Yo tengo una teoría, cuando el Estado sube los impuestos, baja la recaudación; pienso, de hecho, que se deben reducir, al igual que el gasto público. Esto es como la economía familiar, si se reducen los ingresos, habrá que recortar los gastos; en el caso del Estado, entran menos ingresos y aumenta los impuestos para llegar al equilibrio, pero no reduce gastos.






