El barrio más joven de Logroño
La indefinición acompaña desde siempre a los vecinos de Valdegastea. Muchos no sabemos dónde empieza y dónde acaba el barrio o cuándo diluye su nombre con el histórico Yagüe. Lo que está claro es que Valdegastea ha sido de los últimos en sumarse al plan urbano logroñés y que es, en todos los sentidos, el barrio más joven de Logroño.
A Valdegastea se puede entrar por Avenida de Burgos (las calles transversales de Eibar, Acequias y Portillejo llevan a él) o, como fue mi caso, por la pasarela de Gonzalo de Berceo (en una de las ventanas de esta avenida se lee: ‘Estamos separados. Jamás nos unió tanto’). La vía del tren y la calle Purita Ugalde le separan de El Cubo, el otro gran barrio de esta parte de la ciudad.
La pasarela te deja en Paula Montalt (la chimenea de Cerámicas Riojanas ya no humea, el colegio homónimo fue sustituido por el Mercadona, el supermercado de todos los vecinos de Valdegastea, Yagüe y de ese tramo Murrieta, pero ahí sigue Mazapanes de Soto) y en nada comienza la calle Fuenmayor, la que da sentido al barrio antes de que ésta, en la lontananza, se transforme en camino.
Valdegastea, como tal, nace a partir del Parque de los Enamorados, un antiguo pinar donde de niños paseábamos nuestras BMX o Torrots (también se hacían muchas cosas más). Pero antes de este pulmón verde, queda una terra nullus llena de fincas particulares y huertos privados articulados en torno al Camino Viejo de Lapuebla de Labarca.
Se trata de un pueblo anónimo escondido en el borde occidental de la ciudad. En sus inmediaciones se ubican Villa García, El Sauce, Lore Arte o Villa Ortuño, la casa ocupada más famosa de todo Logroño. Antes de ser morada de ocupas fue una vaquería. En Villa Feli desconocen si su chalet pertenece a Valdegastea o no. Saben que se está como Dios y que rara vez se sienten controlados. «La policía sólo viene de vez en cuando», indican. El cataclismo económico de 2008 les salvó de ser absorbidos por el barrio: «Las fincas están vendidas pero vino la crisis y hasta aquí no llegaron las gruas». Tardarán en llegar si alguna vez llegan.
El Camino Viejo de Lapuebla quizás no sea Valdegastea pero sí es parte de la ciudad de Logroño, aunque no lo parezca. Al fondo figura la calle Dinamarca que es cien por cien Valdegastea. Al barrio se le desconocen sus límites pero queda claro que su callejero tributa homenaje a la UE (o lo que quede de ella): Alemania, Bélgica, Irlanda, Suecia o Finlandia son algunas de sus calles. En Avenida de Francia se ubican los dos colmados que nutren al barrio: Pangastea y Veoveo. Huelga decir que hay colas y que la clientela no supera los cuarenta años. La gran mayoría de solares albergaron bloques de viviendas de protección oficial levantadas con el cambio de siglo.
Continuando por Avenida de Francia, en la confluencia con Gran Bretaña (uno de los hijos más insignes de la Gran Bretaña, Boris Johnson, también ha sido mordido por el bicho), se ubica el otro gran parque de Valdegastea y, a su derecha, el campo de fútbol del Yagüe, el renovado El Salvador. La instalación, sentimentalmente, mira a Yagüe pero físicamente pertenece a Valdegastea.
En Portillejo, esquina con General Yagüe, se encuentra la tercera y última frutería del barrio, la Huerta Verde. Espero no haberme saltado ninguna. Muy cerca se localiza la farmacia de la calle Holanda, donde trajinan las últimas gruas de Valdegastea.
En el barrio caben todas las nacionalidades de la Unión Europea. También los vecinos de Holanda aunque los Países Bajos nos hayan negado, cuando Italia y España más les necesitábamos, el pan y la sal. Tendrán hueco en nuestro callejero pero no en nuestros corazones.






