De cabeza a por el título
NR / SAN PETERSBURGO
Francia se convirtió en el primer finalista del Mundial 2018 y lo hizo con las mismas armas que tumbó a Uruguay: una sobriedad intachable y mucha cabeza. Si ante los charrúas fue un testarazo de Varane el que puso a los franceses rumbo a semifinales, ante Bélgica bastó que Umtiti midiera a la perfección los tiempos para poner en la red un saque de esquina templadito de Griezmann. Con eso, y con una defensa inquebrantable y un portero de lo más solvente, bastó a los de Deschamps para validar su sueño de gloria mundialista.
Bélgica, en la segunda semifinal de su historia, deberá esperar. Los Hazard, De Bruyne, Courtois o Mertens han logrado igualar a la mejor generación del fútbol belga, la comandaba en el 86 por Scifo, Ceulemans y compañía pero, en San Petesburgo, le entró el vértigo. Tuvo el balón pero le faltó sentido, y careció de respuesta al gol del central del Barça. El crédito belga es enorme pero es escaso el premio que se llevan los de Roberto Martínez de Rusia. Su gran puesta en escena palideció ante la eficacia gala, un equipo que, a diferencia de tantos otros, sabe a lo que juega.
Bélgica no tardó en reclamar la pelota, con Hazard como monopolista, ante una Francia, sumisa, dispuesta a explotar la velocidad de Griezmann y Mbappé, sabedora de que la final pasaba no por dominar el esférico sino los espacios.
Así, cada pérdida o imprecisión belga era una invitación a la locura, con Mbappé barriendo el frente de ataque y poniendo a prueba la solidez de la zaga a tres de los de Roberto Martínez con Vertonghen como hombre a incriminar. Expuestas la premisas tan disímiles de belgas y galos, el primer aviso serio lo patentó, al cuarto de hora, Hazard, que cruzó excesivamente una buena asistencia de De Bruyne en un partido que, a falta de ritmo, proponía vértigo.
Tras un latigazo de Matuidi, el genio formado en el Lille volvió a avisar, encontrándose con la proverbial respuesta de Varane que, con la cabeza, despejó a córner un dribbling con marchamo de gol. Bélgica, casi sin querer, aumentó su producción ofensiva, encontrándose siempre con la sobria respuesta de Lloris, felino en un disparo seco de Alderweireld. Se llevaban sólo veinte minutos pero Bélgica ya merecía ir por delante ante una Francia que se olvidó de su perfil más contemplativo para tratar de defenderse con el balón. El cambio de intenciones cristalizó con un escorzo de Giroud, que poco después pifió el remate tras una gran asistencia de Mbappé, y una salva de Griezmann, que aliviaron la presión belga, en un encuentro que ganaba en equilibrio.
El cambio de predisposición lo confirmó Pavard que, en una acción iniciada tras la enésima pérdida de Dembele, superado en todo momento por la trascendencia del duelo, probó la resistencia de Courtois, el mejor portero del campeonato con permiso de Lloris. Bélgica, que no encontraba a Lukaku mientras De Bruyne hacía kilómetros en vano, comenzaba a asustarse en un acto que arrancó con una promesa de buen fútbol que no acabó de concretarse.
Tras el descanso, Bélgica optó por buscar a De Bruyne y, por el camino, encontrar a Lukaku, referencia invisible en los primeros 45 minutos. Pero fue Francia la que desatascó el partido con un cabezazo de Umtiti que, adelantándose a Fellaini, calcó la estrategia empleada por Francia ante Uruguay.
Tras una hora de tanteo, el duelo entre el talento y la eficacia comenzaba a decantarse para los de Deschamps que, dado el desconcierto belga, comenzó a exhibirse, con arabescos casi siempre iniciados por Mbappé.
El gol fue un shock para el equipo de Roberto Martínez que, con la entrada de Mertens, trató de sacudirse del aturdimiento. Con el atacante del Nápoles sobre el campo, Bélgica volvió a ver a Lloris aunque a riesgo de recibir la sentencia a la contra. Los ‘diablos rojos’ ensancharon el campo, en busca de un espacio improbable. Se armaron de paciencia, conscientes de que cualquier imprecisión podía ser fatal dada la contundencia francesa.
Tuvo Witsel la igualada, en un disparo seco desde la frontal tras el enésimo slalom a la desesperada de Hazard, solista en la guerra de trincheras en la que Francia convirtió el desenlace de la semifinal.
La desesperación invadió a Bélgica incapaz de hacer mella en una Francia que tuvo la sentencia en botas de Griezmann y Tolisso. Daba igual, al once de Deschamps le sobran recursos para gestionar los partidos. Y a Bélgica le faltaron registros para reconducir la segunda semifinal de la historia.
Francia, finalista en Alemania 2006 y subcampeón de la pasada Eurocopa, está a noventa minutos de volver a hacer historia. Lo tiene casi todo para triunfar en Moscú el próximo domingo.
LA FICHA
Francia: Lloris, Pavard, Varane, Umtiti, Lucas Hernández, Kanté, Pogba, Matuidi (Tolisso, 86), Mbappé, Giroud (Nzonzi, 83) y Griezmann.
Bégica: Courtois; Alderweireld, Kompany, Vertonghen; Witsel, Fellaini (Carrasco, 79), Dembele (Mertens, 59), Chadli (Batshuayi, 90), De Bruyne; Hazard y Lukaku.
Árbitro: Andrés Cunha (Uruguay). Amonestó a Hazard, Alderweireld y Vertonghen así como al francés Kanté y a Mbappé.
Gol: 1-0, M. 51: Umtiti.
Incidencias: primera semifinal disputada en el Estadio de San Petersburgo ante 64.286 espectadores. Francia espera rival para la final del domingo en Moscú.






