Cómics deportivos por el Día del Libro
Siendo esta una sección de deportes escrita desde Logroño y siendo hoy el Día Internacional del Libro, este texto debería recomendar la lectura de Rosa Fría, Patinadora de la Luna, colección de cuentos de la más logroñesa de nuestras escritoras, María Teresa León y que, como queda claro desde el título, habla de deportes imposibles como patinar en el satélite sin gravedad.
Sin embargo, como ya hemos abordado los libros, películas, series y canciones que hacen del deporte su argumento, hoy 23 de abril aprovechamos para recomendar algunos cómics que se han centrado en esta actividad lúdica que, en muchos casos, no deja de ser un negocio. Al fin y al cabo, la puerta de entrada de la lectura ha sido siempre los cuentos y los cómics.
El coronavirus nos dejó sin Juegos Olímpicos, el único espectáculo deportivo capaz de competir con un Mundial. La cita de Tokio será en 2021 pero, mientras eso llega, podemos abrir boca con Astérix y los Juegos Olímpicos, la duodécima entrega de la serie infinita creada por el dibujante Albert Uderzo y por el guionista René Goscinny. Por cierto, Uderzo nos dejó a principios de la serie.
Astérix es al cómic galo lo mismo que Tintín a la bande dessinée belga o Corto Maltés a los fumetti italianos. Pero si hablamos del tebeo, la respuesta hispana a todos ellos llega de la mano de Mortadelo y Filemón, la descacharrante propuesta gráfica de Francisco Ibáñez, responsable de muchas de las risas de varias generaciones de lectores españoles.
Mortadelo y Filemón también han competido, con desigual fortuna, en los Juegos Olímpicos. Estuvieron en la cita imposible de Gatolandia’76, pero también en las más reales de Moscú’80, se saltaron el boicot, Los Ángeles’84, Seúl’88 y, por supuesto, Barcelona’92, los Juegos que nos pusieron en el mapa.
Entre olimpiada y olimpiada, Mortadelo y Filemón también han estado presentes en Mundiales, como el 2010, en el la selección de fútbol se proclamó campeona. La entrega más reciente de la saga de estos intrépidos investigadores llegó en el Mundial de Baloncesto 2019, basado en hechos reales como todas las anteriores. No dudemos que habrá entrega sobre el malvado COVID-19.
Fuera de nuestras latitudes, y también apegada a nuestra más tierna infancia, tenemos Capitán Tsubasa de los japoneses Yoichi Takahashi y R. Fukuda. El nombre no les dice nada, lo sé, pero ahí estan todas las aventuras de Oliver y Benji, algo más conocidos.
Dejando al margen todas las destrezas deportivas de las que presumen los superhéroes (Javelin, Triathlon, Flash Gordon y un interminable etcétera) y obviando también las numerosas aproximaciones al béisbol y al fútbol americano llegadas desde Estados Unidos (NFL Superpro, Kickers, Inc,…), acabamos con tres novelas gráficas deportivas de lo más recomendables.
El alemán Reinhard Kleist, que entre otras muchas cosas ha llevado a las imágenes las peripecias vitales de Castro, Johnny Cash y Nick Cave, propuso en El boxeador, un interesante acercamiento a la figura de Emile Griffith, un púgil con una historia de película. Kleist habla de todo eso: boxeo, homofobia y racismo.
Mucho más reciente es el acercamiento a Samia Yusuf Omar, atleta somalí que participó en Beijing 2008. Acabó última. Kleist nos cuenta eso pero también el tremendo drama de la inmigración camino de los Juegos de Londres 2012. Rêve d’Olympe: Le destin de Samia Yusuf Omar está disponible en francés, alemán e inglés pero no en castellano.
Y, para terminar, habida cuenta que nos hemos quedado sin clásicas y con el Tour pospuesto hasta finales de agosto: Las leyendas del Tour de Francia de Jan Cleijne. Ofrece lo que promete el título: esfuerzo y sudor en amarillo.






