Coleccionistas de majors
Aunque parezca mentira, todavía hay una distancia libre de la fiebre runner. Se trata de los 42.195 metros asociados al maratón, recorrido totémico, sublimación, junto con los cien metros, de toda cita olímpica y un reto al alcance de unos pocos privilegiados. La gesta del soldado Filípides está en el germen de una prueba cuya distancia quedó universalizada, a partir de las Juegos Olímpicos de París 1924, y que cada año reúne multitudes en Nueva York, Chicago, Boston, Londres, Berlín y Tokio, los denominados majors, los seis maratones más multitudinarios del mundo.
Cuatro atletas veteranos del Añares Rioja, Chuchi Fernández (Covaleda, 1983), Diego García (Logroño, 1975), Diego Ibáñez (Logroño, 1973) y Fran Ortega (Logroño, 1982), aspiran, en el medio plazo, a completar estos seis exigentes maratones, seis pruebas que requieren una notable preparación atlética pero también un importante desembolso y muchas semanas de planificación.
Diego García, bombero logroñés, es el que más cerca está de hacerse con este particular Grand Slam. En 2016 corrió en Nueva York (su sueño, como el de todos, es volver a hacerlo), en 2017 completó el de Londres (repitió el pasado año) y, en 2018, acabó el de Berlín. Este curso correrá en Chicago y, posteriormente, abordará el Boston («su recorrido en realidad no está homologado», informa) y después el de Tokio, «el más complicado porque los requisitos de marca son muy exigentes».
Diego Ibáñez, el más veterano, se prepara en la actualidad para el maratón de Vitoria pero ya ha corrido el de Chicago (2017), Berlín (el mismo año) y Nueva York (2018). En 2020, correrá en Boston. Soldador de profesión, reconoce que para él el atletismo «es una válvula de escape».
Fran Ortega, cuyas piernas atesoran veinticinco mediomaratones y cuatro maratones, se estrenó en Nueva York el pasado año y este curso lo hará en Chicago. Su sueño es volver a Nueva York e, incluso, poder festejar su cuarenta aniversario corriendo en Tokio. Policía nacional en la capital riojana, practica atletismo cuando sus obligaciones familiares y laborales se lo permiten: «Necesito correr, es el momento de relajarme».
Chuchi Fernández, el más joven, compagina su ambición de las majors con correr medios maratones por todas las capitales de la UE (suma 16 en vísperas de atreverse con la de Helsinki). Su primera major le llevó a Chicago (2017). El pasado año corrió en la capital alemana y en noviembre pondrá rumbo a Nueva York, el más icónico de los maratones. Llegó al atletismo de rebote, en el sentido literal de la palabra, pero asegura que este deporte es el que más le gratifica.
Antes de afrontar un reto como el maratón, los cuatro suelen realizar tandas de cien kilómetros semanales repartidas en seis sesiones, bajando la intensidad de los esfuerzos a medida que se acerca la cita. Aunque los atletas profesionales no corren más de dos maratones por temporada, muchos de ellos superan esta cifra. Diego García, el que mejor marca tiene de todos ellos (2 horas y 37 minutos) ya ha completado ocho si bien todos coinciden en el que el de Valencia es la mejor carrera para iniciarse en esta distancia. «Corrí cuatro en 2018 y aquí estoy», bromea. Diego Ibáñez también completó el de Chicago y Berlín, «separados por unas pocas semanas».
Pero a veces, completar los 42.195 metros no es lo más difícil sino «conseguir dorsal», puntualizan al unísono. Económica y deportivamente, la más asequible es Berlín (el dorsal cuesta un centenar de euros). La más difícil, desde el punto de vista logístico, es Tokio, «porque la marca es muy exigente y conseguirla a través de una agencia cuesta más de 4.000 euros» mientras que obtener la invitación para Londres «no es sencillo» y muchos atletas acaban consiguiéndola por medio de elevados «donativos» a organizaciones no gubernamentales.
Pero si se busca espectáculo, la carrera que nadie ha de perderse es Nueva York «por todo lo que implica la ciudad, por las 50.000 personas que lo corren, por el giro de 180 grados en Queensborough», rememoran.
Entre recuerdo y recuerdo, y a la espera que se aproxime el calendario de maratones, seguirán devorando kilómetros en el Parque del Iregua y la Calzada Romana, su escenario privilegiado de entrenamiento, conscientes de que cuando cumplan sus seis majors, podrán gritar, como Filípides, ne-niké-kammen. ‘¡Hemos vencido!’






