El sueño hecho realidad
Como futbolista en el Villegas, el horizonte de Camilo Santiago no ofrecía alicientes más allá de campos anónimos, sudor y barro. Como fondista, ha duplicado su ración de sudor y barro aunque hace ya tiempo que el atleta del Rioja Añares ha dejado de ser un corredor desconocido.
Santiago pone rumbo este jueves a Valencia donde el sábado (17.30 horas) estrenará su condición de internacional. El albeldense completa la delegación española compuesta por Benabbou, campeón de España, Jaume Leiva, Chiqui Pérez, Lamdassem y Carles Castillejo. En total, el Mundial de Medio Maratón reúne, en categoría masculina y femenina, a 315 atletas de 87 países. Entre ellos, el rival a batir es el actual campeón, Geoffrey Kamworor.
El keniano es uno de los teinta privilegiados cuya marca o bien baja de la hora o la rebasa por bien poco. Camilo Santiago sabe que ésa no es su guerra, que su objetivo pasa por «entrar entre los 80 primeros y rebajar su marcar personal (1h.04.14)».
En condiciones normales, batirla sería posible «porque estoy en un gran momento» pero Santiago se ha encontrado con un contratiempo inesperado: el viento.
«Estoy bien, he hecho entrenamientos muy buenos pero creo que las condiciones climatológicas (17 grados de máxima, cielo cubierto y viento de 20 km/h dirección noroeste) no van a ser buenas», lamenta. «El viento va a ser un problema», apunta consciente de que al dios Eolo se suma otro condicionante a la orilla del Turia: «Va a haber mucha humedad«.
En otras circunstancias, el reto al alcance sería «hacer 1h.03.30, porque puedo ir a un ritmo de tres minutos el kilómetro, pero me conformaré si puedo batir el récord de La Rioja», en poder de Óscar Fernández con 1h.04.06.
Registros al margen, el fondista riojano se siente «nervioso» a la espera de un debut inimaginable hace cinco años. «No me lo hubiera creído si me dicen que voy a debutar como internacional en un Mundial. Cuando empecé en el atletismo jamás pensé en algo así, aunque sí que es cierto que de dos años a esta parte creía que era posible», apostilla.
Su traslado a Zaragoza, donde comparte entrenamientos con el grupo de Toni Abadía, le ha ayudado a progresar aunque no se considera un atleta de elite: «Sé que soy bueno pero no sé si soy atleta de elite. Toni lo es». Sí es, y así se siente, una «referencia» para todos aquellos que descubren el atletismo a los veintimuchos.
El debut internacional le llega con 35. Nunca es tarde.






