Mejora el estado de los heridos en el vuelco del autobús en Burgos


Agencias-NR / Burgos-Logroño
El estado de los 13 heridos que permanecían ingresados este lunes tras volcar el domingo un autobús de la compañía PLM en la autovía A-1, en Quintanilla de la Mata (Burgos), ha mejorado en las últimas horas, informó el gerente del Hospital Universitario de Burgos, donde permanecen la mayor parte de los accidentados. El gerente, Miguel Ángel Ortiz de Valdivielso, detalló que el más grave, aunque este lunes por la tarde ya no estaba calificado de muy grave, es un joven de 27 años que permanece en la Unidad de Vigilancia Intensiva tras ser intervenido de un traumatismo abdominal importante con rotura de bazo.
Otros diez pasajeros permanecían ingresados en el centro por policontusiones y politraumatismos «característicos de los accidentes de tráfico», aunque solo cuatro, los que se encuentran en el área de Neurocirugía, presentan un estado «algo más delicado».
En Aranda de Duero están ingresados en el Hospital de los Santos Reyes otros dos heridos; uno con fractura vertebral al que está previsto dar el alta este martes y otro con un hematoma en el muslo y traumatismo craneoencefálico leve.
Según la evolución de los heridos, se valorará su traslado a hospitales de su lugar de residencia, por lo que el gerente del HUBU se puso ayer en contacto con el hospital San Pedro de Logroño, de donde proceden la mayoría de las 56 personas que viajaban en el autobús accidentado.
Fuentes de la compañía PLM que fletaba este autobús que reforzaba la línea Madrid-Logroño insistieron en declaraciones a Efe en que el conductor del vehículo es un hombre con amplia experiencia y que dio resultado negativo en los test de drogas y alcohol. La empresa, que ayer habilitó otro autobús para que pudieran llegar a Logroño los pasajeros que no estaban heridos, también se ofreció para facilitar a los pacientes que reciban el alta el traslado hasta su lugar de origen, bien sea en taxi o en autobús.
La Guardia Civil investiga las posibles causas del accidente, que se registró en un tramo curvo de la A-1, de la que se salió el autobús, que quedó volcado sobre su costado derecho en un terraplén. Fuentes de PLM, compañía del grupo riojano Autobuses Jiménez, explicaron a Noticias de La Rioja que el vehículo, un Mercedes-Setra dotado con sistemas de seguridad muy avanzados, es prácticamente nuevo, ya que la concesión de la línea Madrid-Logroño-Pamplona obliga a renovar la flota cada tres años.
El presidente de La Rioja, José Ignacio Ceniceros, expresó su sentimiento de que «por lo menos, hay que dar gracias a Dios porque no hay víctimas mortales en el accidente de autobús». Desde que conoció la noticia del accidente, Ceniceros se mantuvo en contacto con Autobuses Jiménez y con las autoridades de Castilla León, resaltó el buen funcionamiento de los dispositivos puestos en marcha para atender a los heridos y para desplazar a Logroño a quienes no tuvieron ningún problema. No obstante, a los viajeros se les facilitó también el ser reconocidos en el Hospital San Pedro de Logroño. A todos ellos les transmitió su «ánimo» y el deseo de que «poco a poco se pase el susto».
En similares términos, la alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, deseó una «pronta recuperación» a todos los heridos. Mostró su «preocupación» por los heridos y explicó que desde la noche del domingo se mantuvo en contacto con la empresa y con familiares de los heridos.
‘Se veía sangre por todas partes’
«Se veía sangre por todas partes; yo misma tenía las manos llenas de sangre y todo el mundo gritaba intentando salir. Un verdadero milagro». Es el relato de Mónica de Miguel, unas de las pasajeras del autobús que sufrió el accidente. Mónica regresaba con su pareja, Javi Fudio, de pasar un fin de semana en Madrid y todavía no acaba de interiorizar el suceso. Ella ha sido una de las pasajeras con heridas leves, aunque tiene magulladuras y dolores por todo el cuerpo, por lo que ayer por la mañana se sometió a una revisión en el San Pedro ante posibles secuelas.
Según recuerda, el accidente no se explica fácilmente, porque el autobús transitaba por una recta de la A-1 y no había ningún vehículo. «El autobús empezó a dar saltos y botes muy bruscos. Junto a la bifurcación de Quintanilla, se salió del carril, cada vez cogía más velocidad por un desnivel de unos 5 metros hasta que volcó por uno de los lados». Los viajeros, que llevaban el cinturón de seguridad, quedaron colgados del techo y no se podían soltar. Mónica se desabrochó el cinturón y salió, como otras personas, por el cristal del conductor mientras el resto intentaba abandonar el vehículo por las traseras. «Todo era un caos, con gritos imposible de contener y el miedo y pánico se apoderó de todos nosotros», relata.
A medida que se lograba sacar a todos los pasajeros, se intentó atender a los heridos que se veían más afectados. «Empezamos a tapar a todos con la ropa que teníamos a mano, con los abrigos y lo que llevábamos encima». Mónica reconoce que el accidente pudo ser una verdadera tragedia y no será fácil de olvidar.






