Partidos de película en tiempos del COVID-19
Es muy probable que nos hayamos tragado en una sentada la tercera temporada de Élite y que estemos hartos de ver partidos en Footters en bucle. Si esto ya ha sucedido, como el fin de semana está a la vuelta de la esquina y nos quedaremos de nuevo sin fútbol, el cine sale a nuestro rescate.
El fútbol se engendró en las fábricas inglesas pero nació para ser televisado. Me vienen a la cabeza dos partidos cuyo desenlace es de película: el Liverpool-Milan, en el Estadio Atatürk de Estambul, con 3-3 y victoria final para los reds, y la tragedia muniquesa del Camp Nou en el 99. Con el Manchester United conquistando la Champions literalmente, en el tiempo de descuento (1-2).
Si Gol o Teledeporte no nos ofrecen estos partidos, vayamos al cine aunque las pantallas estén cerradas. El fútbol no es un deporte cinematográfico. Por eso, la mayoría de las pelis que se han acercado al rey de los deportes han fracasado.
La gran película del fútbol está por rodar. Si fuera una película porno, sería un partido del Liverpool o del Atalanta, puro sexo, desde el minuto 1 hasta el 90. Si buscamos una superproducción, está claro que jugaría el Madrid, aunque Real, la película, es infumable. Si lo que nos gusta es el cine de autor, la peli sería del Barça. Eso quiere decir que te puede salir una obra maestra o cine y ensayo, un partido plano, plano, con mucha llegada y poca acción.
El cine patrio está plagado de películas en los que el fútbol desarrolla un papel central o tangencial en la trama.
Acá van algunas: Once pares de botas, dos modernas y malas de solemnindad como El penalti más largo del mundo y Días de fútbol, los homenajes a Di Stéfano en La batalla del domingo o Saeta Rubia, Jenaro, el de los 14, Los ases buscan la paz y, ahora que el fútbol femenino florece, Las Ibéricas F.C.,las camisetas más ceñidas de todo el cine franquista.
Lo mejor que últimamente nos ofrece Argentina es su cine. Y, obviamente, pocas cosas hay tan cinematográficas como los equipos argentinos. En dos de Carlos Sorín el fútbol queda retratado: Historias Mínimas y El Camino de San Diego. No podemos olvidar Pelota de Trapo, El banquillo y, por supuesto, Metegol, llamada en España Futbolín, una delicia de Campanella, ganador del Oscar con el Secreto de sus ojos en el que el Gasómetro, el estadio de Racing de Avellaneda, es determinante para la trama.
No obstante, como el fútbol viajó de Inglaterra al mundo, el cine inglés ha cultivado con acierto el principal pasatiempo de la clase obrera.
Como Elías Querejeta, ex de la Real antes que cineasta, Ken Loach, que lleva toda la vida retratando a la working class, es un loco del fútbol. Buscando a Eric, con Cantona interpretándose a sí mismo, o Mi nombre es Joe son muy futbolísticas.
También lo son El sueño de Jimmy Grimble, Mean Machine, con el carnicero Vinnie Jones (ex de Watford o Wimbledon) al frente del cartel. Como nos hemos puesto violentos, pues es turno de The Football Factory o Green Street Hooligans.
El repaso al cine futbolístico inglés no puede olvidarse de su mayor estrella pop, Quiero ser como Beckham pero, sobre todo, tampoco de dos adaptaciones: Fuera de juego y Maldito United.
En lo documental, Maradona ha dado horas y horas de metraje. El mejor, así me lo parece, es el de Asif Kapadia. El de Kusturica, no está nada mal. Otro excelente es Johan Cruyff, en un momento dado.
Para el que les guste el fútbol de sotanas, Nanni Moretti se ha acercado de rebote a él en Habemus Papam (ver a una docena de curas jugando al fútbol en un seminario es muy tierno) o Los dos papas, con Francisco y Ratzinger viendo la final de Brasil 2014.
Todos sabemos que los árbitros no tienen hinchas pero sí directores que hayan pensado en ellos. Ahí quedan Matías, juez de línea, El sistema Pelegrín y la francesa À mort, l’arbitre. De mala que es resulta hasta graciosa.
No me olvido de la historia: Feliz Navidad, El milagro de Berna y Evasión o Victoria. Porque es tiempo de héroes.
El tipo que más sabe de esto es Carlos Marañón, responsable de Cinemanía, entre otras muchas cosas. Su Fútbol y Cine. El balompié en la Gran Pantalla (Ocho y Medio, 2005) funciona como Biblia. Pídanselo a su librero de confianza cuando esto acabe.
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