Las negociaciones para formar gobierno se aplazan hasta agosto
Feli Agustín / Logroño
La elección del socialista Raúl Díaz como senador autonómico en sustitución de Pedro Sanz trajo este lunes la calma al Parlamento riojano, después de una frenética semana, en la que el voto en contra de Podemos cerró las puertas del Palacete del Gobierno a Concha Andreu.
Este lunes, en una sala prácticamente vacía, muy lejos de la expectación de las últimas sesiones parlamentarias, la diputada de la formación morada, Raquel Romero, votó en blanco, a pesar de quejarse de que el PSOE no hubiera intentado lograr su apoyo, aunque, cierto es, que Díaz no lo hubiera necesitado.
Distinto es lo que requiere la candidata a presidenta del Gobierno que prefiere esperar a que transcurra julio y se calmen los ánimos para retomar las negociaciones que no parece que sea fácil desatascar.
De hecho, Romero se mostró «completamente segura» de que «cuando las cosas se calmen» en Madrid, gracias al «generoso» gesto de su secretario general, Pablo Iglesias, para conseguir que haya un Gobierno de coalición en España será más fácil lograr un Ejecutivo de las mismas características en esta comunidad.
Diferente opinión tiene Andreu, quien dijo que no se va a ver condicionada por el resultado que obtenga Pedro Sánchez en su intento de ser investido presidente del Gobierno de España. «No me influye ninguna negociación nacional ni ninguna cuestión al margen que no sea La Rioja», afirmó la candidata, que habla «por La Rioja, en defensa de La Rioja y por todo lo que tenemos por hacer y que, por su irresponsabilidad, [la de Romero] no estamos empezando a hacer».
Así que va a esperar hasta agoste para que «se tranquilicen las ideas radicales, se calmen, y se piense en La Rioja», desde las comunidades de regantes a la despoblación. «Vamos a dejar este mes de julio para que [Raquel Romero] se recorra toda La Rioja», desde el festival de teatro de Canales a Cervera o Ezcaray, argumentó Andreu, que desea que la diputada morada visite todos los rincones de La Rioja y se dé cuenta de que «merece» trabajar por esta tierra.
Coalición y coalición
Habrá que esperar a saber si el hipotético periplo riojano de Romero le hace cambiar de idea, aunque ayer no parecía posible. La diputada de Podemos se muestra convencida de que la postura que defendió en el pleno de investidura de Andreu ha sido la correcta, es más, afirmó que cuando explica las razones que le llevaron a votar en contra «todo el mundo las entiende».
Señaló, no obstante, que guarda buena relación con la socialista y que su negativa no es un veto hacia su persona, sino al rechazo del PSOE de «formar un gobierno sin los votos de Unidas Podemos».
Espera que las conversaciones fluyan, que se establezcan mesas de negociación «estables y no deprisa y corriendo» para lograr un gobierno de coalición «en el que las fuerzas políticas acuerden responsabilidades y trabajen juntas».
«Cuando uno no tiene mayoría absoluta tiene que dialogar, que forma parte de la acción de gobierno continuamente», considera Romero, quien aseguró que, si hubiera sido por ellos, no se habrían levantado de la mesa de negociación «hasta que esta región tuviera el Gobierno que se merece».
Desde La Mancha
Concha Andreu se ha quejado reiteradamente de que quien lidera las negociaciones por parte de Podemos son dos hombres llegados desde Castilla-La Mancha; en concreto desde Ciudad Real. Se trataría de Francis Gil, uno de los negociadores que en 2015 facilitó el gobierno del socialista Emiliano Garcia-Page, aunque no se le vio la semana pasada en los plenos; y Mario Herrera, secretario general de Podemos en la provincia y concejal en la capital ciudadrealeña. Sería él, según Andreu, quien formalizó la petición de tres consejerías para la formación morada. De hecho, la candidata insistió el sábado en eldiario.es en que deben abandonar las conversaciones los negociadores manchegos, una idea que no puede estar más alejada de la mente de Raquel Romero.
«Lo han hecho estupendamente», calificó la diputada de Podemos, que no tiene intención de prescindir de ellos.
Los negociadores solo deben cambiar «si se modifica la razón de las negociaciones», afirmó Romero, que no cree que la composición del equipo sea un problema para el diálogo, sino que esta depende de la voluntad política de los partidos para llegar a acuerdos.
«A la hora de negociar es mejor tener a los mejores, a las personas que más conocimiento tienen de uno y otro aspecto de las conversaciones, por lo que no hay razones para cambiar el equipo», zanjó.






