Andrea y Francisco, más de un siglo de vivencias
Efe / Logroño
Andrea Martínez, de 104 años, y Francisco Cabezudo, de 101, han recibido el reconocimiento de los logroñeses como personas de mayor edad de la ciudad en el ‘Día de los abuelos’. La alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, presidió el jueves este homenaje, al que tiene «gran cariño», y en el que Andrea, quien ya fue homenajeada el año anterior, y Francisco «han podido recibir todo el cariño y la admiración de los logroñeses», acompañados de sus familias y toda la Corporación.
«Este es un reconocimiento para todos los abuelos porque se lo merecen, pero sobre todo porque son el reflejo de la importancia que tiene la familia en la Logroño, y la importancia que tienen para todos su figura», relató la alcaldesa.
También añadió que son un «orgullo y ejemplo de cómo hacer las cosas bien, cómo ser buenas personas y de cómo mantener siempre unida a la familia». «Los abuelos son esas personas que te van guiando y te van marcando el inicio de una vida, esos que se convierten en pilares muy importantes a la hora de ir creciendo y formando nuestra personalidad», dijo.
Por ello dejó claro que este homenaje, aunque se personifique en Francisco y Andrea, «es para todos los abuelos por todos esos momentos en los que cuidan a los más pequeños, y por todas esas únicas e inolvidables enseñanzas».
La espontaneidad de un bisnieto
El acto continuó con la entrega de un ramo de flores a cada uno, y unos gemelos a Francisco y un colgante a Andrea como muestra de «agradecimiento», y el punto más emotivo del acto lo puso uno de los bisnietos de Francisco, que se levantó en la ronda de preguntas para decirle lo mucho que le quiere.
Andrea, con tres nietos y cinco bisnietos, nació en Torrecilla de Cameros, pero hace siete años se trasladó a Logroño para vivir con su única hija, Adoración, quien aseguró que su madre no toma ninguna medicina y su secreto para mantenerse son sus «ganas de vivir» y de «hacer las cosas sola».
Francisco, con cinco nietos y siete bisnietos, es de origen castellano-manchego y se trasladó a Logroño en 1991 para vivir con una de sus dos hijas, quien comenta que al igual que Andrea el secreto es «la ilusión por la vida» y añade que su padre tiene la cabeza «muy bien amueblada».






