Diego Costa es el guía
NR / Kazán
España superó con nota su accidentado debut en Sochi y, esta noche, en Kazán, ha dado un paso casi definitivo hacia octavos. Necesitó, para ello, el acierto y la fortuna de Diego Costa que, sin presumir, ya lleva tres goles en Rusia. El de Lagarto, como sus compañeros, estuvo espeso pero reclamó su condición de delantero centro metiendo dentro un rechace de la zaga persa, incapaz de dar solución a esta contingencia.
Pese a la involución ofrecida, el equipo de Hierro no enamora pero sigue apuntando a la primera plaza del grupo B. Necesita para ello, en Kaliningrado y ante la desahuciada Marruecos, superar por más de un gol el resultado de Portugal ante Irán. A falta de fútbol, España encuentra resultados y algo que lleva buscando desde la marcha de Villa: un ‘nueve’.
Juego escaso, verticalidad mínima y magia racionada, pero España, obligada por la victoria también bajo mínimos de Portugal ante Marruecos horas antes, suma 4 puntos a la espera de reencontrarse con la versión exhibida en la fase de clasificación. Victorias como las de ayer, pese a las formas, pueden ayudar aunque para aspirar a cotas mayores se necesita algo más de velocidad y un poco de pellizco.
Aunque el partido acabaría agriándose, no tardó España en tirar de decálogo, monopolizando la pelota y obligando a Irán a parapetarse atrás, ofreciendo con descaro su único discurso: nueve tras la pelota y a descontrolarse a la contra si se lo permitían, en un estadio que festejó cada robo, cada indecisión española como una gesta. Funcionó porque Iniesta no encontró socios e Irán, hasta en tres ocasiones, pisó el área española. Los de Queiroz resistían y, por lo tanto, vencían.
Con tanto manoseo, España se atascó y buscó desde la distancia, a balón parado, un poco de vértigo. Pero fue una propuesta anticultural que no inquietó al equipo persa, cada vez más fortalecido en sus pretensiones. Tras media hora, España aún no había atisbado a Beiranvand, igual de inédito que De Gea, aún con cara de susto tras la jaimitada de Sochi.
Isco, inconformista, le ofreció una cola de vaca a Iniesta, y sus compañeros, por fin, se animaron, ganaron metros e idearon el asedio. Fue, ahora sí, la España de manual en busca del espacio y el tiempo preciso. Pero Irán no se dejó embaucar, se estiró y, con un saque de banda y un córner, sembró, por si acaso, las dudas. Entre la desidia de los de Fernando Hierro y las insidiosas pérdidas de tiempo persas, el partido alcanzó el descanso con dos tímidas ocasiones, ambas de Silva, una en el área pequeña y otra desde la frontal, como mera declaración de principios.
El primer tiempo era historia (0-0). Irán no sufría y España tampoco imponía. El encuentro demandaba vértigo y Piqué, primero, Busquets, después, e Isco, un poco más tarde, estuvieron a punto de ponerlo. España, sin prisa, apostaba por reconducir la situación ante una Irán que, con un latigazo de Ansarifard, demostró que sus intenciones no sólo eran defensivas.
Su estrategia se vino abajo en el 54 cuando Diego Costa, en estado de gracia en Rusia, con su tibia derecha, embocó a gol un despeje de Rezaeian. España mandaba en el campo y, sin querer, gobernaba en el marcador, dejando sin coartada a los persas que tenían que apostar por un juego para el que no están preparados. Con esto bastaba, pero a que la exigencia en la Roja es mayúscula.
Los persas lo intentaron, con fe más que con fútbol, y celebraron el empate, en un lío resuelto a gol por Ebrahimi, previo fuera de juego de Ebrahimi, antes de que el árbitro, ayudado por su auxiliar y el VAR, cancelara toda alegría iraní.
Fue, en cualquier caso, un buen aviso para España que necesitaba un segundo gol para acercarse a octavos sin sobresaltos. Piqué, sobre la raya, lo buscó antes de que Hierro optase por el aliento de Koke en sustitución de Iniesta. Sin el de Fuentealbilla, España se puso al servicio de Isco, pero la velocidad y la precisión, la clave de todo, siguió siendo la misma.
Irán, con un balón colgado al que no llegó Taremi, perturbó a la zaga hispana que pasó su momento de más tensión cuando de nuevo el delantero persa cabeceó, alto, un gran servicio de Amiri. Fue el último coletazo de un partido resuelto, sin brillo, por los hombres de Hierro. A la espera de noches mejores, España mira a octavos.
La ficha
Irán: Beiranvad, Haji Safi (Mohhamadi, 68), Ezatolahni, Pouraliganji, Ebrahimi, Ansarifard (Jahanbajsh, 74), Amiri (Ghoddos, 85), Taremi, Hosseini, Azmoun y Rezaeian.
España: De Gea, Dani Carvajal, Piqué, Ramos, Jordi Alba, Busquets, Iniesta (Koke, 69), David Silva, Isco, Diego Costa (Rodrigo, 89) y Lucas Vázquez (Marco Asensio, 78).
Árbitro: Andrés Cunha (Brasil). Amonestó a Amiri y Ebrahimi.
Gol: 0-1, M. 54: Diego Costa.
Incidencias: Kazán Arena, 42.718 espectadores.






