Jota: «No sé si es un paso atrás pero creo que lo necesitaba»
Eduardo Palacios (Efe) / Logroño
Jota González (Valladolid, 1972) dejará el Ciudad de Logroño cuando su equipo afronte este sábado la visita del Benidorm, con lo que pondrá fin, con rumbo a París, a una larga etapa de once años que él «necesitaba» cerrar.
Aterrizó en Logroño en el verano de 2007 y, tras un período de «adaptación» difícil, consiguió asentarse en el banquillo de un club que por aquel entonces daba sus primeros pasos en Asobal y que la afición riojana considerase definitivo su criterio en todo momento.
No era entonces un entrenador conocido, salvo por haber trabajado con Juan Carlos Pastor, campeón del Mundo en 2005; pero, poco más de una década después, está considerado como uno de los mejores en España y, de hecho, ha sido premiado en dos ocasiones como el mejor técnico de la Asobal.
En su etapa en Valladolid se forjó una relación de amistad, casi de hermandad, con el exjugador y técnico Raúl González (hermano del actual gerente de la entidad logroñesa), con quien dirigió a equipos de formación y con quien pensó, hace años, volver a coincidir en la elite.
«Es mi mejor amigo», reconoce Jota, que explica que fue el París Saint Germain el que permitió a Raúl González -que entrenará allí la próxima campaña- que escogiera a su ayudante «y él me propuso volver a juntarnos».
«Mucha gente me dice que doy un paso atrás, que es un error y puede ser así», admite el preparador del Ciudad Logroño, pero reconoce que, tras más de una década en Logroño, «necesitaba y quería» afrontar otros retos.
Tenía, asegura, otras opciones como primer entrenador, pero el incorporarse al PSG le va a permitir «vivir una experiencia con menos protagonismo que la de estos años, con menos presión y tensión, voy a poder ver más balonmano, reciclarme y pensar«.
También considera que será una experiencia «enriquecedora» estar en una entidad «en el que todos los jugadores son estrellas y hay que aprender cómo es vivir en esa situación, cómo controlarla y cómo funciona un club así».
Por eso, insiste, «no sé si es un paso atrás, no pienso en eso, lo que pienso es que lo necesitaba» y, entre las opciones que tenía estaba la de seguir en Logroño, pero «creía que era el momento» y «he decidido que me voy yo».
Se ha preocupado, eso sí, en dejar el equipo «en mejores manos que si siguiera yo», las de Miguel Ángel Velasco (que tomará el mando a partir del mes de julio), «al que conozco desde los quince años», ya que coincidió con él desde su etapa en Valladolid; «y estoy convencido de que es mejor entrenador que yo».
«Tiene un gran futuro por delante y, aunque luego las cosas pueden no cuadrar, él tiene una cosa que yo no puedo aportar, ha sido jugador y tiene esa sensación del contacto en la pista que a mí falta», asegura el pucelano, en alusión a quien ha sido su ayudante en las últimas campañas y que le sustituirá la próxima.
Sobre la década larga que ha pasado en Logroño, afirma que «ahora mismo» tiene en su cabeza «muchos momentos buenos, pero también otros duros», aunque considera que, dentro de algún tiempo, «sólo quedarán los primeros».
Durante años, Jota González ha tratado de estructurar a su equipo en torno a jugadores españoles porque siempre ha defendido el balonmano nacional, en especial, «en la crisis que nos ha afectado tanto».
«Ahora mismo no creo que haya una recuperación del todo, pero este deporte se ha estabilizado, la Asobal ha mejorado mucho y en Europa se va a seguir compitiendo a buen nivel», pronostica; pero es rotundo al considerar que, «a corto plazo», el Barça «no tiene rival» para ganar los títulos domésticos.
De hecho, para que exista una alternativa al potencial catalán, cree que la receta es la misma que la que deben seguir los clubes españoles para progresar: «Acertar con la gente joven».
Porque «lo normal es que en cuanto alguien despunte se vaya de su club» con rumbo a entidades más fuertes de Europa o al mismo Barcelona; y ha citado que, en el último partido junto a él, también se despedirán el pivote Rubén Garabaya -que se retira tras 22 años en activo- y el internacional Ángel Fernández, que se marcha al Kielce polaco.
Tiene claro que nuestro balonmano «necesita más y mayores patrocinios», pero «es difícil que suceda».
«El balonmano español se valora mucho más fuera, pero, en nuestro país, todo el deporte es fútbol, fútbol y luego fútbol, y, cómo mucho, alguna estrella individual», lamenta, para explicar la falta de capacidad de su deporte para atraer más inversiones, algo que ha vivido en primera persona, ya que su club no ha tenido un patrocinador principal privado en la última temporada.
Una campaña que está a punto de cerrar y que marcará un punto y aparte en la carrera de uno de los mejores entrenadores de balonmano de este país.
Un punto y aparte en el que no se marca horizontes porque es consciente de que en su profesión «ahora sé que voy a París, pero mañana no sé dónde voy a estar» y, «a lo mejor, en poco tiempo estoy entrenando en Segunda Territorial», algo que «haría sin problema», concluye el entrenador vallisoletano que el sábado despide toda una era.






